miércoles, 13 de abril de 2011

Embarazo y Cardiopatías

 

 

            Tanto la gestación como el parto y el puerperio suponen para la mujer una sobrecarga que puede descompensar una cardiopatía preexistente o determinar su aparición durante el embarazo. A nivel cardiocirculatorio, durante un embarazo normal se producen una serie de modificaciones hemodinámicas de considerable importancia:
-          incremento del gasto cardíaco
-          aumento de la frecuencia cardíaca
-          disminución de la resistencia vascular periférica
-          disminución de la resistencia vascular pulmonar
-          aumento de la eyección del ventrículo izquierdo
-          incremento del volumen intravascular.
A pesar de que la incidencia (0,2-0,4%) de la aparición de cardiopatías durante el embarazo ha descendido y de que su pronóstico es mucho más favorable que en las décadas anteriores, no puede olvidarse que sigue siendo la cuarta causa más frecuente de la mortalidad materna. Los grupos de mayor riesgo son los siguientes:
-          sin síntomas, con actividad corriente
-          fatiga, palpitaciones, disnea o dolor anginoso con actividad normal
-          asintomáticas en reposo, pero con los síntomas anteriores con una actividad muy ligera
-          insuficiencia cardíaca o síndrome anginoso en reposo.
Los períodos de máximo riesgo se presentan cuando las modificaciones hemodinámicas alcanzan su mayor intensidad, normalmente entre la 12ª y la 32ª semana de gestación y, de forma muy especial entre las semanas 28 y 32. El parto también puede suponer un momento crítico por cuanto durante el mismo se produce un incremento del gasto cardíaco y una disminución del retorno venoso. En el posparto, en cambio, la modificación hemodinámica más importante es el incremento del flujo sistémico.

Madre e hijo padecen las consecuencias
1)      Madre
-          Agravamiento de la enfermedad preexistente
-          Aparición de una cardiopatía
-          Incremento de la mortalidad
2)      Hijo  
-          Prematuridad
-          Crecimiento intrauterino retardado
-          Incremento de la mortalidad perinatal
-          Aumento del riesgo de anomalías vasculares.

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